{"id":4425,"date":"2024-07-01T10:08:53","date_gmt":"2024-07-01T08:08:53","guid":{"rendered":"https:\/\/leprado.org\/?page_id=4425"},"modified":"2024-10-11T15:50:01","modified_gmt":"2024-10-11T13:50:01","slug":"un-participant-actif-au-concile-vatican-ii","status":"publish","type":"page","link":"https:\/\/leprado.org\/es\/un-participant-actif-au-concile-vatican-ii\/","title":{"rendered":"Participante activo en el Concilio Vaticano II"},"content":{"rendered":"
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Intervenciones del obispo Ancel en el Concilio <\/strong><\/p>\n Extracto (p\u00e1ginas 217-220<\/i>) de Mons. Olivier de Berranger<\/b>, Alfred Ancel, un hombre para el Evangelio<\/b>, 1898-1984,<\/em> Centuri\u00f3n, 1988.<\/p>\n (Mons. Alfred Ancel est\u00e1) obsesionado por el deseo apost\u00f3lico de entrar en di\u00e1logo con los no cristianos... El Padre Ancel continu\u00f3 diciendo que no se pod\u00eda caer en el indiferentismo, porque ofendemos a la verdad al considerar todas las opiniones igualmente v\u00e1lidas. A continuaci\u00f3n, dedic\u00f3 un largo p\u00e1rrafo al respeto debido a las religiones no cristianas. En esto, abri\u00f3 un nuevo camino en relaci\u00f3n con los esquemas preconciliares: se hab\u00edan conservado diecisiete, pero ninguno trataba esta vasta cuesti\u00f3n. A continuaci\u00f3n, el padre Ancel, citando un informe de monse\u00f1or de Smedt, obispo de Brujas, que hab\u00eda causado una fuerte impresi\u00f3n, pidi\u00f3 que se abordara seriamente el necesario di\u00e1logo con los no creyentes: \"He encontrado varios ateos que no rechazaban realmente a Dios ni la verdadera religi\u00f3n, sino s\u00f3lo falsos conceptos sobre Dios o contra-testimonios de ciertos cristianos que tambi\u00e9n nosotros debemos rechazar. Incluso he conocido a personas cuyo modo de vida me ayud\u00f3 a ser mejor cristiano. Era ciertamente un don de Dios en ellos (...). Un comunista ateo me dijo: \"Si quieres que creamos en lo espiritual, tienes que demostr\u00e1rnoslo con tu vida\". Y otro: \"Lo que os reprocho a los cristianos no es ser cristianos, sino no ser suficientemente cristianos\" (...) El t\u00edtulo de este esbozo podr\u00eda mantenerse tal cual, siempre que se distinga entre ecumenismo propiamente dicho y ecumenismo en sentido amplio...\".<\/span><\/p>\n Esta \"distinci\u00f3n\", independientemente de lo que su autor quisiera pensar de ella, era una confusi\u00f3n en el sentido de que oscurec\u00eda el sentido primero y original del t\u00e9rmino y corr\u00eda el riesgo de mantener la ambig\u00fcedad. Este es un punto que puede se\u00f1alarse como una cierta limitaci\u00f3n en alguien que, a diferencia de muchos otros Padres conciliares menos seguros de s\u00ed mismos en teolog\u00eda, apenas recurri\u00f3 a tal o cual \"experto\" para redactar sus intervenciones personales. Sin embargo, su testimonio sobre el di\u00e1logo con los no creyentes y el \u00e9nfasis puesto en su texto sobre el respeto a los creyentes de otras religiones fueron una contribuci\u00f3n muy positiva que ayudar\u00eda, entre otras cosas, a hacer avanzar el proyecto de Declaraciones aut\u00f3nomas sobre las \"religiones no cristianas\", por una parte, y la \"libertad religiosa\", por otra.<\/span><\/p>\n Al final de la primera sesi\u00f3n, Mons. Ancel fue, junto con Mons. Guerry y Mons. Huyghe, obispo de Arras, uno de los once obispos franceses que intervinieron p\u00fablicamente sobre el tema de la Iglesia. Pero mientras que el primero de ellos, el cardenal Li\u00e9nart, hab\u00eda insistido en una teolog\u00eda de la Iglesia como Misterio, y Mons. Guerry hab\u00eda iniciado la reflexi\u00f3n fundamental del Concilio sobre la colegialidad episcopal, el discurso de Mons. Ancel, resumido por uno de los mejores cronistas de la conferencia, podr\u00eda parecer a primera vista bastante simplista: \"Para Mons. Ancel, las antinomias entre autoridad y libertad, primac\u00eda y colegialidad, legalismo y esp\u00edritu, se resolver\u00e1n con un retorno al Evangelio. No basta con decir que la oposici\u00f3n es s\u00f3lo aparente, o que las realidades son complementarias. La carta de la Iglesia est\u00e1 en el Evangelio (...) No se trata, pues, de oponer una comunidad de amor a una sociedad jur\u00eddica, sino de despojar lo jur\u00eddico de aquello que corre el riesgo de desfigurar, a los ojos de los creyentes o de los no creyentes, el verdadero rostro de la Iglesia\". <\/span><\/p>\n \u00bfSimplista? En realidad, en este discurso, pronunciado la v\u00edspera de la clausura de la primera sesi\u00f3n, la primera intenci\u00f3n de Monse\u00f1or Ancel era apoyar el discurso que el Cardenal Lercaro, Arzobispo de Bolonia, hab\u00eda pronunciado el d\u00eda anterior. El cardenal hab\u00eda hablado largo y tendido de la pobreza como signo de la Encarnaci\u00f3n y de la evangelizaci\u00f3n de los pobres como signo del Reino. Le hab\u00eda interesado menos el discurso anterior del cardenal Montini, arzobispo de Mil\u00e1n, que hab\u00eda destacado magistralmente el tema de la Iglesia habitada por Cristo y comunic\u00e1ndolo al mundo como \"argumento central\" del Concilio. Monse\u00f1or Ancel insisti\u00f3 en que deb\u00edan mostrarse mejor las fuentes evang\u00e9licas de la Iglesia, porque ello permitir\u00eda, seg\u00fan \u00e9l, fundamentar mejor el ejercicio del poder dentro de la Iglesia como un humilde servicio. Y concluy\u00f3:<\/span><\/p>\n \"No en vano el Santo Evangelio se expone solemnemente en el aula del Concilio todos los d\u00edas. No basta considerarlo s\u00f3lo como un libro de espiritualidad, ni como la simple ilustraci\u00f3n de tesis dogm\u00e1ticas: es m\u00e1s bien como la fuente misma de la doctrina como debemos acogerlo, porque en verdad lo es.<\/p>\n Durante la segunda sesi\u00f3n, monse\u00f1or Ancel s\u00f3lo se dirigi\u00f3 a la Asamblea en tres ocasiones, pero cuando habl\u00f3 el 24 de octubre de 1963, lo hizo en nombre de cinco cardenales y sesenta y cinco obispos franceses. Una vez m\u00e1s, la enmienda (presentada en el cap\u00edtulo sexto del esquema sobre la Iglesia entonces en discusi\u00f3n) hac\u00eda hincapi\u00e9 en el fundamento evang\u00e9lico. Pero esta vez se trataba del apostolado de los laicos. En un momento en que el debate se alargaba, Monse\u00f1or Ancel no se pronunci\u00f3 sobre ninguna de las grandes cuestiones teol\u00f3gicas: el sacerdocio de los fieles o el problema de los carismas, etc\u00e9tera. Pronunci\u00f3 una especie de homil\u00eda ante la Asamblea en la que, citando m\u00e1s de veinte vers\u00edculos del Nuevo Testamento, intent\u00f3 demostrar que el apostolado de los laicos no era una innovaci\u00f3n contempor\u00e1nea, ya que hab\u00eda comenzado en las comunidades primitivas.<\/p>\n En resumen, era como un nuevo cap\u00edtulo del \"Verdadero Discipulado\" aplicado a los laicos... Es f\u00e1cil comprender, leyendo las innumerables p\u00e1ginas del Padre Ancel en las que el Evangelio aparece en cada l\u00ednea, por qu\u00e9 escribi\u00f3 lo siguiente al Padre Haubtmann en la Navidad de 1964: \"Personalmente, no soy ex\u00e9geta, y s\u00e9 que los ex\u00e9getas tienen alguna dificultad en admitir este uso de la Biblia (m\u00edo), pero si hay que recurrir a los ex\u00e9getas para el sentido de los textos, no creo que el uso de la Escritura sea \u00fanicamente de su competencia\". Sin embargo, para Alfred Ancel, como para Antoine Chevrier, \"Escritura\" significaba sobre todo los Evangelios y las Ep\u00edstolas paulinas. Para Mons. Ancel, hab\u00eda que a\u00f1adir los Hechos de los Ap\u00f3stoles. En cuanto al Antiguo Testamento, rara vez se refer\u00eda a \u00e9l. Sin duda no se inspiraba mucho en \u00e9l porque no hab\u00eda tenido acceso antes a un estudio exhaustivo de sus \"ideas principales\", como le gustaba desarrollarlas a Albert Gelin, que era amigo suyo, en la Facultad de Teolog\u00eda del Instituto Cat\u00f3lico de Lyon...\".<\/span><\/p>\n Sin embargo, su discurso del 24 de octubre recibi\u00f3 la \"aprobaci\u00f3n de los oyentes laicos\" que acababan de ser admitidos en las asambleas del Consejo.<\/p>\t\t\t\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t El misterio de la Iglesia en su relaci\u00f3n con Cristo, \"Luz de las Naciones\".<\/strong><\/p>\n Extracto (p\u00e1gina 221<\/i>) de\u00a0Mons. Olivier de Berranger<\/b>,\u00a0Alfred Ancel, un hombre para el Evangelio<\/b>, 1898-1984,<\/em>\u00a0Centuri\u00f3n, 1988.<\/p>\n Aunque el obispo Ancel particip\u00f3 menos en el debate, no estuvo en absoluto inactivo. Antes de expresarse dos veces, una por escrito y otra oralmente, sobre la cuesti\u00f3n central de la colegialidad episcopal, fue uno de los que la practicaron incansablemente. Al igual que en la primera sesi\u00f3n, por ejemplo, hab\u00eda participado en los encuentros organizados entre franceses y alemanes, le vemos pasar por Florencia antes de ir a Roma en octubre de 1963, en compa\u00f1\u00eda de Mons. Garrone, Mons. Marty y Mons. Veuillot. Se trataba de un encuentro organizado para un intercambio con los obispos italianos, que iba a tener el mejor efecto sobre la marcha posterior de la obra. Adem\u00e1s, en 1962 se hab\u00eda formado un grupo muy internacional en torno al cardenal Lercaro, arzobispo de Bolonia, que intentaba llevar al Consejo una toma de conciencia de las realidades del Tercer Mundo y de las exigencias de la pobreza evang\u00e9lica en la Iglesia.<\/p>\n Antes incluso de proponer sus enmiendas sobre la cuesti\u00f3n de la colegialidad, monse\u00f1or Ancel habl\u00f3 el 2 de octubre, poco despu\u00e9s del cardenal Gracias, sobre la Iglesia en su relaci\u00f3n con el Reino de Dios. Antoine Wenger se\u00f1ala en su informe que el orador era \"conocido por los obispos de todo el mundo por su experiencia de obispo trabajador\": \"Fiel a la tendencia que hab\u00eda mostrado en la primera sesi\u00f3n, aparecer\u00eda durante todo el Consejo como conciliador y moderador, invitando a todos a encontrar posiciones en las que encontrarse en aut\u00e9ntica fidelidad al Evangelio y en leal apertura a nuestro tiempo\".<\/p>\n De hecho, Mons. Ancel cit\u00f3 expl\u00edcitamente al cardenal Florit, arzobispo de Florencia, en su discurso del 2 de octubre. Tomando de nuevo el Evangelio como punto de partida, quiso se\u00f1alar las \"diferencias esenciales\" que se encuentran en la Iglesia con respecto a las sociedades terrenas: \"La Iglesia no tiene nada que ver con las sociedades cerradas en s\u00ed mismas ni con una sociedad que quisiera dominar con su propia fuerza a las diversas naciones. El Reino de Dios es un reino de paz que, por la fuerza del Esp\u00edritu Santo, se extiende hasta los confines de la tierra. Por eso Cristo dijo a sus disc\u00edpulos: \"No tem\u00e1is, peque\u00f1o reba\u00f1o; a vuestro Padre le ha placido daros el Reino\" (Lc 12,32).<\/p>\t\t\t\t\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t<\/div>\n\t\t\t\t <\/h5>\n
Su declaraci\u00f3n escrita de 26 de noviembre de 1963 es muy significativa a este respecto:
\"En nuestro texto (sobre el ecumenismo) lo que se dice de los no cristianos, aparte de los jud\u00edos, es muy breve. Se les dedican seis l\u00edneas muy generales, a pesar de que son dos mil millones en el mundo. Es m\u00e1s, las relaciones humanas entre cat\u00f3licos y no cristianos son cada d\u00eda m\u00e1s importantes, incluso en regiones que antes eran esencialmente cristianas...\".<\/p>\n\u00a0<\/h5>\n
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